domingo, 18 de septiembre de 2016

Un refrigerador que salvará vidas

A sus 22 años, el estudiante de la Universidad de Loughborough (Reino Unido) William Broadway creó algo que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), podría llegar a salvar 1.5 millones de vidas cada año.

El invento se llama "Isobar" y es un refrigerador de vacunas tan pequeño que lo puedes cargar a modo de mochila. Su proyecto de final de carrera le valió el galardón nacional de uno de los premios de tecnología más prestigiosos del mundo, el James Dyson 2016, que organiza la Fundación James Dyson para animar a jóvenes diseñadores a solucionar problemas cotidianos, distinguiendo su creatividad e ingenio.

"Ningún problema es demasiado grande y, muchas veces, las soluciones más sencillas son las mejores", dijo el propio Dyson.

El joven pareció tener en cuenta las palabras del ingeniero británico -quien creó la primera aspiradora sin bolsa- cuando se puso a trabajar en su idea. Su invento no es especialmente complejo, pero gracias a su enfoque práctico podría solucionar un problema que causa miles de muertes al año: el riesgo de que las vacunas no lleguen a tiempo en los países en vías de desarrollo.

¿Cómo funciona?

"Calientas el dispositivo durante una hora para cargarlo. Tiene una mezcla de agua y amoníaco, y el amoníaco se evapora primero. Retienes el amoníaco (el cual permanece atrapado en la parte superior del recipiente), y cuando le das la vuelta al dispositivo, éste se reevapora en el agua", explicó.

De esa forma, cuando las sustancias se mezclan de nuevo, obtenemos el efecto refrigerante.

"Se llama higroscópico. Proporciona un efecto refrigerante muy potente", agregó.

Y no solo potente, sino también con una temperatura estable; una característica fundamental.

Es importante porque en los países en vías de desarrollo hay muchos problemas con los programas de vacunas, pues éstas consiguen llegar casi hasta el final del camino, pero en el último kilómetro los canales de distribución y la logística se rompen.

Según el estudiante de ingeniería, una vacuna necesita de 2 a 8 grados centígrados para ser efectiva. De lo contrario, "no llegan (al lugar donde se necesitan) de forma segura o eficaz".

El aparato es capaz de mantener temperaturas de 2 a 8 grados centígrados de forma estable. Pero este refrigerador de vacunas es capaz de mantener esa temperatura de forma constante durante 30 días seguidos. Además, según Broadway, también podría utilizarse para la donación de órganos, los trasplantes de sangre y la investigación de células madre, entre otros.

Broadway está orgulloso de su invento pero no quiere crear una patente. "Sinceramente, no tengo intereses comerciales personales", aseguró el joven.

El estudiante espera que "el mundo pueda beneficiarse" de su invento.



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